5 leyes del oro
La primera ley del oro
“El oro acude fácilmente, en cantidades más importantes, al
hombre que reserva no menos de una décima parte de sus ganancias para crear un
bien en previsión de su futuro y el de su familia”.
La segunda ley del oro
“El oro trabaja con diligencia y de forma rentable para el
poseedor sabio que le encuentra un uso provechoso, multiplicándose incluso como
los rebaños en los campos”.
La tercera ley del oro
“El oro permanece bajo la protección del poseedor prudente
que lo invierte según los consejos de hombres sabios”.
La cuarta ley del oro
“El oro escapa al hombre que invierte sin fin alguno en
empresas que no le son familiares o que no son aprobadas por aquellos que
conocen la forma de utilizar el oro”.
La quinta ley del oro
“El oro huyó del hombre que lo fuerza en ganancias
imposibles, que sigue el seductor consejo de defraudadores y estafadores o que
se fía de su propia inexperiencia y de sus románticas intenciones de
inversión”.
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